Hoy se celebra la entrega de los Premios Nobel en el Palacio
de Congresos de Estocolmo. La fecha coincide con la muerte de Alfred Nobel, y es
uno de los acontecimientos culturales y sociales más esperados en todo el
mundo. En España, la celebración coincide con los días posteriores al puente de
la Constitución, que suele ser considerado por los comerciantes el pistoletazo de
salida a la campaña de Navidad. Para las librerías, pequeñas y grandes, estas
fechas son claves para compensar otros periodos del año más bajos en ventas. Un
libro sigue siendo un regalo navideño bien apreciado, porque quien te lo ofrece
suele haberse tomado la molestia de investigar sobre tus preferencias, y sobre cuál
de las novedades puede ser de tu agrado.
Los editores aguardan el anuncio del Premio Nobel de
Literatura con expectación. Si bien es cierto que tener en tu catálogo al
premiado es importantísimo, no lo es todo. Si no tienes la suerte de haber publicado
a ese autor, se suele considerar que es interesante que lo reciba un escritor o
escritora conocido por el gran público, dado que, de esa forma, se anima el mercado editorial.
Además de constatar el poco reconocimiento que la Academia
realiza a las mujeres (ninguna recibe un galardón hoy), en los últimos años se
han dado algunas decisiones polémicas; probablemente, una de las que ha
generado opiniones más encontradas, es la concesión a Mo Yan del premio. Se ha
debatido sobre su calidad literaria y sobre su tibio posicionamiento político,
se ha hablado sobre los apoyos recibidos, pero ¿qué opina el gran público sobre
Mo Yan? Pues, en general, absolutamente nada. Porque lo cierto es que el
denominado lector medio no conocía al
autor, aunque en España haya sido publicado por las editoriales Kailas y El Aleph.
Ellos serán los que disfruten del empuje en las ventas que suele generar el
premio, ahora bien, ¿será uno de los autores que más vendan esta Navidad? Tengo
ciertas dudas al respecto. Creo que, con esta elección, los Nobel se han
alejado bastante de los gustos del gran público. ¿Debe ser así? ¿Qué hubiera
sucedido de habérsele concedido el premio, por ejemplo, a Murakami? Sospecho
que la reacción hubiera sido muy distinta.
Mi acercamiento a la literatura de Mo Yan se dio a través de
Shi Fu, una antología de relatos. Mi
primera sensación al cerrar el libro fue de desconcierto. Me sentí profundamente apartada de lo que el autor
narra. No soy una persona a la que la cultura china sea completamente extraña (llevo
unos meses estudiando el complejo y delicado chino mandarín), pero no logré
conectar con el mundo del autor. Tal vez la elección del título no haya sido la
más adecuada para acercarme a su literatura…
Sé que el objetivo de premiar la literatura de Mo Yan no es
que sea el más vendido de las fiestas, pero, sinceramente, no me importaría que
los gustos de la Academia no estuvieran tan distantes de los del gran público.
El otro día me dijo una amiga, ávida lectora: “en general, prefiero no leer a
premios nobel. La mayoría están muy alejados de mis preferencias”. Y me dio una
gran tristeza comprobar esa lejanía. Espero que Mo Yan encuentre sus lectores, que
sé que los hay, aunque probablemente, mi amiga no vaya a ser uno de ellos. Y
espero que esta Navidad se vendan muchos libros, porque ahora, más que nunca,
la lectura es una balsa.