lunes, 22 de abril de 2013

Sobre la música independiente y las etiquetas

Hace poco leí en una revista francesa, Femme actuelle, una entrevista a una mujer que había perdido a dos de sus hijos en un incendio en su casa. De sus frases, hubo una que me impresionó (libremente traducida): "hay una palabra para designar a la mujer que pierde a su marido, viuda, hay una palabra que designa a la hija que pierde a un padre, huérfana, pero no hay una palabra que represente a la madre que ha perdido a sus hijos". 

Lo que no tiene un nombre no existe. El ser humano necesita clasificar, etiquetar, ordenar, aunque sea mínimamente, el caos que le rodea. Necesitamos poner nombre a todo, incluso al dolor. A veces nos etiquetan, a veces nosotros mismos nos etiquetamos. Desde el "yo soy rocker, tú eres mod, él es heavy" de finales de los 80, al "yo soy tuitero, tú eres instagrammer" del 2013.

David Fonseca y Alberto de Miss Caffeina
El viernes 19 estuve invitada a un concierto por cortesía de VIM Magazine. Un portugués que canta en inglés, que es compositor, que dirige sus vídeo clips, y que publica libros de fotografía. Además de un tipo genial, David Fonseca es absolutamente inetiquetable. En Portugal es un fenómeno de masas, un artista de los denominados mainstream; en España es un músico apenas conocido, y se le relaciona con músicos de la escena indie. Él ha mencionado en varias ocasiones su cercanía a la música de Russian Red, un claro ejemplo de lo que podríamos denominar como indie-mainstream.

Se señalan de Fonseca sus múltiples influencias, Morrisey, Keane (a los que teloneó), David Byrne, Pixies..., aunque por su elegancia a mí siempre me recordó a Bryan Ferry. Sin embargo, el músico exquisito sacó la guitarra en Joy Eslava y se marcó un concierto ruidoso, rockero y extraordinariamente divertido. No pudo lucir su impresionante voz tanto como en su concierto en la FNAC de mayo de 2012 (la acústica y el formato lo impedían), pero arrastró al público a bailar con las canciones de su último (y doble) disco, Rising-Falling. Fantástica la parte estética, con una esfera gigante con proyecciones y numerosos cambios de luz. Lo mejor de la noche, sin duda, la canción que el luso interpretó con Alberto, cantante de Miss Caffeina; dos voces muy diferentes que juntas sonaban magníficas. La parte melancólica la puso la telonera, Lucía Scansetti, un interesante descubrimiento.

Etiquetar, ya lo saben, sirve para entender el mundo más claramente, para comunicarnos más fácilmente, para ahorrar esfuerzo. Por ejemplo, esto es una crónica de un concierto o, si lo piensan dos veces, tal vez no.


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